¿Cuántas veces te ha pasado que cuando te mandan u obligan hacer algo, ya no te apetece hacerlo? ¿O lo haces con menos ganas?
Muchas veces podemos hacer una misma cosa con muchísimas ganas o a desgana, dependiendo el factor de: si ha salido dentro de mi o lo hago por obligación. Y obviamente, el resultado (aunque a veces por fuera parezca igual), no suele ser el mismo. Cuando lo hacemos por que de verdad hemos querido y nos sale desde dentro, lo hacemos mucho mejor. Ya sea hacer deporte, cepillarnos los dientes, recoger la habitación, aprender el temario del colegio, etc.
Vivimos en una sociedad que nos estipulan todo lo que hay que hacer para tener una “vida saludable, plena y productiva”, hay que hacer deporte todos los días, comer sano, pero tener vida social e ir a bares restaurantes etc. hay que tener la casa perfecta e impoluta, una piel radiante, meditar, leer cada día y una lista que no terminaría jamás. Pero, ¿cuántas de esas cosas las hacemos muchas veces por que nos nacen? ¿Y cuantas por que se las hemos visto a fulanita o fulanito tal en las redes sociales y nos dice que haciendo esto nuestra vida será 1000 veces mejor?
Obviamente, para introducir una rutina en tu día a día (deporte, higiene bucal, limpieza facial, cocinar para comer mejor, etc), necesitamos cierta disciplina y a veces, aunque no apetezca hay que hacer, y ojo, ¡vaya satisfacción al terminar y haberlo conseguido! Pero, si todo lo que tengo que hacer cada día para tener una “vida plena” me genera ansiedad, ¿nos acerca o aleja de la plenitud? Yo diría que lo segundo…
Si no te sientes cómodo meditando y no te apetece, no lo hagas por que te lo ha dicho tu vecino, ya llegará el momento, ya que de esta manera lo único que vas a conseguir es cogerle “tirria” y no querer hacerlo más. Si te notas muy cansado y durante una semana no te apetece leer el libro sobre como ser más productivo, tranquilo, no ocurre absolutamente nada, permítetelo, ya lo retomarás cuando de verdad lo quieras, permítete descansar y no llegar a todo.
Como te he dicho al principio, si los actos que de verdad nos aportan salud, nos llegan a generar ansiedad para tener que hacerlos o cumplirlos, se vuelven dañinos, ya que la mente los reconoce como malos, por que “el veneno está en la dosis”, y aquí ocurre lo mismo, cuando un habito bueno lo incorporamos por obligación, directamente el cuerpo lo va a rechazar.
Si de verdad te decides a cambiar y a introducir un nuevo hábito que sabes que en tu vida te va a aportar, hazlo desde dentro, desde esas ganas (luego vendrá la disciplina), pero ya veras como el efecto no tiene nada que ver, ¡y del resultado ya ni te cuento!
Si quieres ponerte nuevos propósitos, que sean cosas que te llamen la atención, que te motiven: elige un deporte que te guste y te divierta, empieza a meditar una vez cada semana, elige una rutina facial fácil y corta, añade una nueva verdura cada mes a tu plato, etc. pero no todo de golpe por que te lo ha dicho alguien o lo has leído en internet. Se amable con tu cuerpo y tu mente, y haz que las cosas salgan de dentro, ya veras como todo se hace más ameno.
Adapta tu cuerpo con tiempo
Como bien decimos siempre en SANA, el cuerpo tiene que adaptarse, y para eso necesita tiempo, ten paciencia y ve paso a paso. Todo proceso necesita su tiempo, pero el truco está en disfrutar de él y sobre todo aprender.
La quiropráctica es justamente esto, un proceso de adaptación y aprendizaje del cuerpo y de su funcionamiento, siempre, desde dentro hacia fuera, sacando lo mejor de cada uno para poder afrontar el día a día, y VIVIR EN PLENITUD.
Nosotras estamos encantadas de acompañarte en este fantástico aprendizaje llegado el momento y cuando de verdad tu propio cuerpo te lo pida.
Te esperamos,
Con cariño, El equipo de SANA.